sábado, 10 de marzo de 2012

No nos fíemos de las apariencias...

Suponemos que los ladrones siempre van mal vestidos, que las chicas que visten con minifalda son mujerzuelas, que los adolescentes siempre están enfrentados con el mundo y que los genios, aunque excéntricos, no son asesinos y criminales.

Nuestros prejuicios y paradigmas hacen que no veamos la realidad, de ahí que el ladrón de cuello blanco sea exonerado de cargos por la opinión pública (porque sucede que el individuo en cuestión no parece ladrón), que la chica que viste provocativamente sea etiquetada de cierta manera, que a los adolescentes se les trate como sub-humanos porque atraviesan por una "etapa crítica" y que a los genios se les considere incapaces de atentar contra la vida de otros o, en el peor de los casos, se consideren sus crímenes como pequeños "defectos" que deben ser soportados tomando en cuenta la magnitud de los aportes que estos individuos hacen a la humanidad.

Uno de estos genios que también fue un criminal es Althusser, cuya infancia y adolescencia fue marcada por la violencia familiar que él, a su vez, repitió en su propia familia, lo cual culminó con el asesinato de su esposa. Aquí el reportaje publicado por "El País".

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