domingo, 4 de diciembre de 2011

Un recuerdo: El troll que me regaló papá



Cada década tiene su propio juguete símbolo: No sé ahora, pero hace algunos años la muñeca codiciada por toda niña eran las barbies. Hubo también la época de los tanagochi o "virtual pet" (la mayoría de los cuales, me imagino, ya deben haber pasado a mejor vida), la época de Max Steel, de los Niños Repollo, de las fashionísimas "Bratz", de los carritos Hot Wheels...y la lista podría continuar infinitamente, porque siempre ha habido un juguete preferido para cada generación de niños.



En mi caso, pude tener contacto con varias de estas modas, siendo algunas de ellas las que más recuerdo. Por ejemplo, cuando yo estaba en primer grado se volvieron a poner de moda los famosos trolls, con su característico cabello de color exótico, cuerpo chiquito y gordo, desnudez sin desparpajo y rostro "cute-maléfico".


Recuerdo muy bien que cuando terminé el primer grado, mi papá me regaló un borrador de unos ocho centímetros de largo en el que estaba escrita la leyenda "no he podido borrar tus besos" (ese borrador todavía me acompaña. Lo guardo en un cajón de mi armario) y un lapicero que tenía un contenedor con agua con jabón para hacer burbujas y, en la punta del lapicero había la figurita de un troll, desnudo y de cabello morado.


Si bien es cierto, alrededor de los trolls se tejieron una serie de historias (por un lado, se dijo que daban buena suerte y, por otro, que eran satánicos) yo los recuerdo con especial cariño porque me recuerdan el cariño de mi padre y sus deseos por enseñarme a amar el esfuerzo, el sacrificio y la preparación académica.


El lapicero con su troll incorporado desapareció. No sé qué pasó con él. Sin embargo, su recuerdo sigue vigente.

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