viernes, 14 de febrero de 2014

libros

Hace varios siglos ya existía la adicción a los libros. Y los adictos de ese tiempo, al igual que los adictos de esta época, también tenían afán coleccionista. Aunque la Biblia dice que leer  no tiene fin, los adictos de aquel entonces llenaban sus bibliotecas con muchísimos volúmenes, su afán coleccionista los llevaba a gastar pequeñas fortunas y, de seguro, existían aquellos cuya pasión y amor por los libros era desbocada y desmedida.

Así como coleccionar zapatos y ropa requiere comprar un clóset más grande y una nueva zapatera, coleccionar libros también requiere de más espacio para guardarlos, de libreras bonitas para exhibirlos y de una cómoda silla para leerlos. Así que, desde hace mucho tiempo, los obsesivos coleccionistas de libros ya se gastaban su buen dineral en esta adicción que, a los lectores actuales, nos tiene también bastante pobres con cada visita a la librería, con la compra de kindles y libros digitales y con el acondicionamiento de nuestras cada vez más pequeñas casas, para dar cabida a los libros que, no sé porqué, nunca son suficientes y que en un dos por tres terminan siendo más de los que se pueden almacenar.

En uno de esos tantos sitios web que visito usualmente (y cuyo nombre termino por olvidar), encontré estas hermosas imágenes que me hacen pensar en que, desde tiempos inmemoriales, la lectura ha sido un placer y un modo de vida:










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