Dar bonitos regalos es un arte, un verdadero talento. Y es que, a veces, un bonito regalo no es el más caro, el que se compra, el que proviene del almacén del que todo el mundo guarda la bolsa. Los regalos más bonitos son los que están elaborados con mimo, los que se entregan con amor, los que se elaboran o compran con toda la intención de agradar al otro. Son regalos bonitos, aquellos que son útiles, los que alimentan el espíritu, los que sirven para consentir y apapachar, los que apelan a los sentidos...los que se pueden comer, los que se saborean, los que después de recibidos, se recuerdan con gran cariño.
He pensado en todo esto después de conocer la tienda virtual Simone Le Blanc, que ofrece regalos personalizados, con empaques y artículos elaborados 100% a mano. Son, además, artículos para disfrutar en una tarde de verano o en compañía de los amigos, y que nos hacen revalorar los productos de calidad, las barbacoas al aire libre, las jaleas naturales y el packaging primoroso.
La verdad, a mí (para ser honesta) me parecen que los precios de Simone Le Blanc son un tanto costosos (por lo menos, en mi caso, no me podría permitir la compra de este tipo de productos). Además, como ya mencioné al inicio, el mejor regalo que podemos dar a alguien no es necesariamente el caro. Sin embargo, no está de más echarle una ojeadita al catálogo de productos de esta tienda; deleitarnos con la exquisitez de las fotografías y, sobre todo, inspirarnos para elaborar nosotros mismos los packaging del regalo con el que próximamente agasajaremos a alguien, así como obtener ideas nuevas sobre lo que podemos regalar, que deleite al corazón, sea un placer para la vista, una maravilla al paladar y una caricia al olfato.
Y es que, tal y como lo demuestran las siguientes fotografías (todas extraídas de la tienda Simone Le Blanc) un regalo bonito debe ser, también, "un regalo a la vista":
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