La vida, a veces,suele ser injusta con las mujeres que rompen los estándares sociales. Pero también, en otras ocasiones, esa singularidad es la que las vuelve especiales y les da la libertad para desarrollar todo su potencial.
Una mujer de este tipo fue Sidonie-Gabrielle Colette, mejor conocida como Colette, la primera escritora francesa enterrada con honores de Estado. No solo fue exitosa, y se convirtió más tarde en una escritora de culto, sino que también fue una artista como muchas otras que tuvieron que soportar vivir a la sombra de un marido famoso (y también artista y vividor) y que, además, firmara sus obras como propias.
Como muchas escritoras famosas y de vida tortuosa, la existencia de Colette tampoco fue anodina. De hecho, el punto de quiebre llegó cuando decidió divorciarse de su esposo. Y fue entonces que su declive social comenzó: a pesar de sus orígenes ricos, fue repudiada por la sociedad. Sin embargo, buscó resolver su situación financiera por sí misma, por lo que trabajó como bailarina en el famoso Mouling Rouge. Igualmente, durante esa época en la que se libró de muchos convencionalismos sociales, se hizo célebre por su recién descubierta bisexualidad, pues tuvo múltiples amantes mujeres.
A un año de su divorció se casó con Henry de Jouvenel, redactor jefe del diario Le Matin, quien le había encargado la redacción de varios artículos. Fue con él que depuró sus dotes de escritora y empezó a desarrollar su característico y único estilo.
Sin embargo, la relación con Jouvenel no fue duradera, pues Colette se enamoró del hijo de 17 años de este, con quien tuvo una fugaz relación. En este período de tiempo, Colette escribió su obra más famosa: Gigi, novela que fue llevada al cine y a Broadway (la versión teatral fue protagonizada por Audrey Hepburn).
Si bien, nunca se proclamó como feminista, de alguna forma sus obras reflejaban la necesidad de libertad ante la opresión masculina y social de la época; fue una incansable devoradora de libros (tenía una extensa colección, muchos de ellos sobre botánica y zoología, pues era amante de los animales y la naturaleza); fue atea, y aún así se le dieron honores de Estado en su funeral; utilizaba prendas masculinas y gustaba de crear polémica.
Colette fue amada y odiada por igual pero, al final, su genio literario fue honrada por Francia, su patria, que se enorgulleció de tenerla como una de sus hijas predilectas.
Para saber más sobre esta interesante mujer, pueden dar click en los siguientes links:
Colette, según la sapientísima Wikipedia
60 años sin el gran mito contemporáneo de Francia
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