La felicidad está en las cosas sencillas de la vida: En una sonrisa, en la receta que mamá siempre nos prepara cuando nos quiere agradar, en las puestas de sol, en los domingos...La felicidad está en los placeres sencillos y, por qué no decirlo, en los que suelen considerarse rutinarios, cotidianos y prosaicos. Para mí, la hora del baño es sagrada y constituye un momento que espero con ansias porque me permite prepararme mentalmente para el día que me espera. Del baño diario también disfruto el dejarme envolver por la suavidad de uno de esos jabones cremositos y olorosos, cuya fragancia te acompaña durante las primeras horas del día, haciéndote sentir fresca. Ese es uno de mis placeres cotidianos.
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