Probablemente Bella estuviera angustiada porque, a pesar de ser hermosa, sentiría una presión tremenda por mantener su belleza...
La Cenicienta hubiera vivido en la pobreza absoluta...
La cabeza del tierno e ingenuo Bambi hubiera adornado la sala de algún aficionado a la caza...
Pocahontas y, probablemente toda su tribu, tendrían que lidiar con las consecuencias sociales de los casinos que operarían en sus reservas indias.
En el mundo real, la valiente Mulán respiraría el aire viciado de la ciudad en la que vive...
La vida de la sirenita peligraría debido a los desechos tóxicos vertidos en el mar...
Y el pobre Dumbo sería maltrato sin piedad, en alguno de esos circos en los que la crueldad es comercializada como diversión.
Sin duda, en el mundo real, la vida no es un cuento de hada. La vida no es una película de Disney.