En mi país leer es un lujo. Si el sueldo mínimo mensual anda por los $200.00, es imposible destinar $20.00 dólares mensuales para comprar libros. Quizás es por eso que acá todas las librerías son iguales: De un solo piso, muy pequeñitas, repletas de vendedores que andan viendo si uno no se roba algo (con lo que se hace bastante incómodo y difícil el regodearse en ver detenidamente todos los libros), con predominio de bestsellers, generalmente sin sillas donde sentarse ni ningún servicio extra que convierta la visita a la librería en una verdadera experiencia.
Acá en mi país no hay "librerías-bares" o "librerías-cafeterías", tampoco hay librerías especializadas en literatura infantil o que su diseño y decoración esté inspirada en algún concepto, tal y como sucede con la librería "Cook and Book" ubicada en Bruselas, la cual está albergada en varios edificios en los que se combinan diseños eclécticos, minimalista y barrocos, con pequeñas salas para degustar un buen vino o un almuerzo, así como salones temáticos (inspirados en Gran Bretaña, Roma, en los viajes o en las bellas artes) en los que podrás escoger el libro de tu elección.
Definitivamente, una idea genial, creativa y que no en vano ha conquistado el corazón de tantos lectores empedernidos.
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