


Espejos en forma de soles y con cierto aire vintage
Un estético basurero para llevar color y belleza hasta a las actividades más prosaicas
Un original accesorio
Tierno, un tanto melancólico y sumamente francés
¡Toda una obra de arte!
Flores artificiales, coloridas y sumamente reales
Se llama Luis y el león, y estoy convencida de que solo yo en el mundo entero, lo recuerda con cariño. Bueno, me imagino que la autora también, Verónica Marek, que puede ser húngara o rumana y que no encontré por los recovecos de Google ni por ninguna parte.
De esa primera infancia también incluyo Cuentos y estampas, al que ya le dediqué un post y recomiendo que regresen a él, pues en los comentarios hay una oferta desde Brasil. No la dejen pasar los que tiene niños en casa.
Aprendí a leer con:
Mi monita maromera
salta de la mata al muro
mi monita maromera
come plátano maduro.
¿Dónde estará? Era un libro de texto de primer grado por allá por los años 60. Ha llovido mucho y el Ministerio de Educación no se detuvo. Bien sé que esa monita está en la Biblioteca afectiva de un montón de cincuentones actuales.
Cuando tenía alrededor de diez u once años, becada en una escuela deportiva, me gustaba visitar la biblioteca escolar. Hoy no tengo que hacer un gran esfuerzo mental para visualizar el libro que más pedía: Leyendas de Mesopotamia. Era de gran formato, profusamente ilustrado y probablemente editado en España por la década del 70. ¡Cómo viajé con ese libro en tiempo y espacio! Para mí, Mesopotamia aún existía y era el centro del mundo.
Con mi padre compartí muchas tardes experimentando con las propuestas del libro Física recreativa de Perelman. Fue una época de descubrimientos, de reguero sobre la mesa, agua, fuego y asombros. Luego compartí esta experiencia con mis hijos, y volví a meter huevos sin romperse en una botella e hicimos flotar nuevamente una aguja en la superficie del agua. De alguna manera ellos trajeron a su abuelo de vuelta.
Ya en séptimo grado, tuve una enfermedad tonta que me mantuvo en cama durante más de un mes. Entonces leí mi primer “gran” libro: la trilogía de Yuri Guerman : Esta es tu causa, Mi ser querido y Respondo por todo. Entre los tres había cerca de dos mil páginas y cuando terminé debo haber sentido algo parecido a Iniesta cuando anotó el gol definitorio en el pasado Mundial de fútbol. Lo he vuelto a ver en librerías de viejos y lo sigo recomendando.
Por los años 80 tuve un novio que me regaló el libro Capítulos de literatura cubana. Estábamos en la universidad y cuando leí la dedicatoria me sentí privilegiada. Ese joven me veía inteligente, así que no lo dejé escapar y aún hoy es mi esposo. A propósito, le pregunté a Leo qué libro incorporaría en su Biblioteca afectiva y me hizo una anécdota que quiero compartir:
Siendo un niño bien travieso, en un plan de la calle, participó en una rifa y se ganó el libro Pinocho. Era la novela completa, no una versión de la maravillosa historia de Collodi. Otro niño hubiera seguido la fiesta, pero él subió corriendo las escaleras hasta su cuarto, y no salió hasta que Gepeto vio a Pinocho convertido en un niño de verdad. Él también fue otro desde entonces y hoy no le quita mérito a su nombre.
Le pregunté también a mis hijos: Eddie mencionó rápidamente La Familia Mumín, hermoso libro de la escandinava Tove Jansson, que puse tempranamente en sus manos y Diana me alcanzó el suyo, pues lo conserva con celo: La Historia interminable, de Michael Ende. Ahora no pesa lo caro que nos costó. Lo gracioso es que ambos mencionaron un libro con el que reían mucho juntos y que no recordamos su nombre exacto, era de un mundo de cavernosos, seres cochinos que no se bañaban y estaban llenos de fango, las aluciones escatológicas y sus dibujos asquerosos despertaron sus risas infantiles. Todavía las escucho maliciosas.
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Adela, ¡¡¡Mil gracias por tu maravilloso post!!! Y a todos ustedes, amigos y amigas, los invito a que visten el blog literario milibreria.wordpress.com en donde encontrarán más joyas literarias como la que les acabo de presentar.
Algunos de los alimentos que conforman un bento son: bolitas de arroz, pescado y verduras, con los cuales es factible crear pasmosas obras de arte, colmadas de detalles y volumen y que hacen que el acto de comer se convierta en una actividad divertida tanto para chicos como para grandes.
Si quieres ver a lo que me refiero, te invito a que veas las siguientes fotografías...
Un lindo Totoro mostrando los dientes