Conocí a una madre que crió sola a siete hijos, que hizo de todos ellos gente de bien y que, a pesar de haber sido abandonada por su esposo, se partió la espalda y la vida por construir un futuro para ellos. Nunca aprendió a leer y escribir, pero hizo que todos sus hijos fueran a la escuela. Todos son gente de provecho, todos son gente para los que la educación es importante, todos son personas que sobrevivieron a la pobreza más extrema y que recuerdan con orgullo a la mujer que los alimentó a todos vendiendo tortillas. Esa mujer fue mi abuela y uno de sus hijos es mi padre.
Otra madre sobrevivió a la violencia intrafamiliar y, a pesar del horror sufrido, salió adelante con sus dos hijas y su hijo autista. Esa mujer es mi otra abuela, y una de las hijas que crió, es mi madre.
Otra madre que conozco fue capaz de dejar de trabajar cuando se vio en la necesidad de cuidar a su hija, cuando la niña sufrió un accidente en casa. Antepuso todo por la pequeña y después, cuando arribaron a este mundo sus hermanos, se consagró a la educación de ellos, los crió con esmero y los motivó a siempre ser mejores. Esa mujer abnegada es mi madre, y la niña, soy yo.
No soy madre, pero como hija que soy, reconozco esa valentía, abnegación y entrega que veo en las madres que me rodean, en las madres que conozco. Todos estamos rodeados de madres que son heroínas reales, mujeres de carne y hueso que aman a la carne de su carne más que a sí mismas, que cada sacrificio realizado lo hacen pensando en sus hijos, que trabajan arduamente por ellos, que se sacrifican de maneras increíbles...
Otra madre que conozco fue capaz de dejar de trabajar cuando se vio en la necesidad de cuidar a su hija, cuando la niña sufrió un accidente en casa. Antepuso todo por la pequeña y después, cuando arribaron a este mundo sus hermanos, se consagró a la educación de ellos, los crió con esmero y los motivó a siempre ser mejores. Esa mujer abnegada es mi madre, y la niña, soy yo.
No soy madre, pero como hija que soy, reconozco esa valentía, abnegación y entrega que veo en las madres que me rodean, en las madres que conozco. Todos estamos rodeados de madres que son heroínas reales, mujeres de carne y hueso que aman a la carne de su carne más que a sí mismas, que cada sacrificio realizado lo hacen pensando en sus hijos, que trabajan arduamente por ellos, que se sacrifican de maneras increíbles...
Por eso, este día (dejando a un lado los afanes mercantilistas relacionados con esta celebración), agradezcamos de corazón a las madres que abrigaron vida en su vientre, a las que saben que también es madre quien cría y educa, a las que crían y cuidan de los hijos de otros...A todas ellas, ¡Mil graciaspor la labor que hacen, una labor que verdaderamente cambia al mundo, que dura toda la vida, los 365 días del año y las 24 horas del día! ¡Felicidades en su día!
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